Alianzas

Poco tiempo después de la llegada de Cortés a lo que hoy es México, una delegación azteca se presentó y trajo consigo regalos suntuosos, que maravillaron a los españoles —el gran Tlatoani mexica ya sabía de la llegada de los españoles a las Antillas desde hacía más de dos décadas, gracias a una extensa y eficiente red de inteligencia.

Cortés, maravillado con los regalos, pidió a los representantes aztecas un encuentro con Moctezuma Xocoyotzin, solicitud que fue terminantemente rechazada.

Providencialmente para los españoles, unos días más tarde recibieron la visita de los totonacas, un pueblo cansado de la dominación mexica. Aconsejado por Malintzin, Cortés sagazmente sugirió una alianza a este pueblo asentado en el Golfo de México –donde otros exploradores españoles buscaban simultáneamente un paso hacia la India, sin imaginar la existencia de una cultura tan vasta como la nahua.

El Imperio Azteca generaba una terrible situación a los pueblos dominados: violaban y esclavizaban a sus mujeres, se robaban a sus niños para ser sacrificados y les cobraban tributos altísimos.

Por ello, Cortés vio una gran oportunidad para fortalecer su posición frente a Moctezuma y, como prueba de su determinación de quedarse en México y evitar la tentación de su tropa de regresar a Cuba, quemó sus barcos y se dirigió a buscar al gran Emperador.

Una vez que logró remontar la Sierra Madre Oriental –donde murieron decenas de indios taínos a causa del frío— se admiró en su camino por el desarrollo de las civilizaciones que encontraba a su paso y multiplicó alianzas con otros pueblos: especialmente con los tlaxcaltecas, nación de grandes guerreros, conformada por 21 ciudades estado, que sin embargo también eran dominados por los mexicas.

Tenochtitlan

La llegada de Cortés y sus tropas a Tenochtitlan en 1519, es sin duda un evento fundamental en la Historia Universal por tratarse de un encuentro crucial entre civilizaciones.

Puesto que Moctezuma estaba preparado para combatir tras la llegada de los españoles a través de lo que actualmente es Río Frío, Cortés decidió transitar en medio de los volcanes: a través del paso que hoy lleva su nombre.

Al cruzar entre los volcanes, a 4,000 metros de altura, la  visión de México-Tenochtitlan produjo una gran conmoción a los españoles, como narra Bernal Díaz del Castillo:

Nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes y edificios que tenían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños, y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni aun soñadas, como veíamos.

Cortés, como todos sus hombres, quedó asombrado ante la visión de México-Tenochtitlan: su señorío, belleza y tamaño —diez veces más grande que Sevilla, que era la mayor ciudad de Europa, con 35,000 habitantes.

Poco tiempo después, en un ambiente tenso, se encontró con Moctezuma, quien amablemente, o quizá con temor, invitó a los españoles a vivir en el Palacio de Axayácatl.

Rebelión y Noche Triste

Sin embargo, el entorno cambió rápidamente y una semana después los aztecas asesinaron a algunos españoles en Veracruz. En represalia, Cortés tomó como rehén a Moctezuma en su propia ciudad y en una situación sorprendente, se generó una convivencia armónica entre ambos personajes por cerca de seis meses, en los que el conquistador ejerció de facto el poder político del imperio.

Las cosas nunca fueron fáciles para Cortés. En mayo de 1520 llegó Pánfilo de Narváez a Veracruz, enviado por Diego Velázquez quien buscó eliminar, por todos los medios, al conquistador. Cortés dejó a Pedro de Alvarado al frente de Tenochtitlan y salió al puerto para enfrentar a Narváez. Cortés no sólo lo derrotó sino que convenció a sus soldados de seguirlo.

A su regreso a Tenochtitlan, como resultado de una masacre ocasionada por Pedro de Alvarado, Cortés se encontró con una rebelión en contra de los españoles y el conquistador pidió a Moctezuma salir a calmar a sus gobernados. El Tlatoani fue apedreado en la cabeza por su propio pueblo —al considerarlo un gobernante débil— lo que le causó la muerte poco tiempo depués.

Ante esta situación, Cortés no tuvo más remedio que huir y en el camino, perseguido por implacables guerreros aztecas, perdió, junto con su tesoro y el Quinto Real, a más de la mitad de sus soldados. Lloró sus pérdidas al pie de un ahuehuete en Tacuba en la famosa Noche Triste.

Caída de México-Tenochtitlan

Cortés no se dejaba vencer fácilmente por la adversidad, al contrario, se reorganizó y con cerca de 700 soldados españoles y el apoyo de los pueblos ribereños del lago de Texcoco, regresó al año siguiente, nada menos que a sitiar la ciudad.

Sin agua potable y en medio de una epidemia de viruela, 300,000 soldados aztecas y sus familias se encontraron acorralados. Para buscar una solución negociada y evitar una masacre, Cortés se reunió con el último líder indígena, Cuauhtémoc, quien prefirió morir luchando. Tenochtitlan cayó finalmente el 13 de agosto de 1521.