En esta época en la que la intolerancia y el totalitarismo vuelven a aparecer en el horizonte, es necesario volver a los fundamentos del pensamiento liberal. Por eso, CEA, Caminos de la Libertad y Porrúa se unen para publicar Clásicos de la libertad, una colección de libros breves que refrescan las ideas y los conceptos de los pensadores que han dedicado sus reflexiones al liberalismo y sus vertientes. Cada cuatro meses publicamos tres nuevos volúmenes.

Las primeras tres entregas son:

F.A. Hayek – Camino a la servidumbre

El volumen fue escrito entre 1940 y 1943, y se publicó por primera vez en 1944, en un momento en que la Segunda Guerra Mundial destrozaba vidas y propiedades en muchas partes del mundo. Camino a la servidumbre es un libro político más que económico. Sostiene que las distintas formas del socialismo, desde el marxismo hasta el nacionalsocialismo de Adolf Hitler, están destinadas a coartar las libertades individuales, porque limitan las iniciativas de las personas para privilegiar las decisiones del gobierno.

Frédéric Bastiat –  La ley

Un Estado no debe ser más que la ampliación de este derecho natural. Un Gobierno puede inventar deberes nuevos y tratar de impulsar una multitud de políticas públicas, pero Bastiat es enfático: “Niego su derecho a imponer estos planes sobre nosotros por la ley —la fuerza— y que nos obliguen a pagar por ellos con nuestros impuestos”. Bastiat fue uno de los pensadores más lúcidos de la historia intelectual universal. Sus argumentos son sencillos y contundentes. Se adelantó a sus tiempos al comprender la necesidad no sólo práctica, sino también filosófica de defender la libertad individual frente al Estado.

John Locke – Sobre la propiedad

“La finalidad de las leyes no es abolir o restringir, sino preservar y ampliar la libertad”. La frase de John Locke, a quien muchos consideran el padre del liberalismo, se adapta no sólo a las condiciones del siglo XVII, sino también a las del día de hoy. Locke entendió antes que muchos que la propiedad privada es un derecho fundamental. Cuando empezó a escribir, se daba por sentado que sólo los reyes y los nobles —que representaban al Gobierno— o la Iglesia tenían derecho a la propiedad. El gran descubrimiento intelectual de Locke fue entender que la propiedad no es un derecho natural, sino la base del contrato social que da origen a las comunidades humanas.