Conductora de «Noticias de ida y vuelta» en ADN40, articulista de la revista Vértigo y analista especializada en temas financieros, Lucy Bravo reflexiona sobre qué sigue después del COVID-19, específicamente si todo será como antes o si habrá cosas que vayan a cambiar en materia económica para los mexicanos.

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Al igual que la caída del Muro de Berlín en 1989 o el colapso de Lehman Brothers en 2008, la pandemia de coronavirus es un evento que marcará la historia y cuyas consecuencias apenas podemos comenzar a imaginar. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya señaló que el coronavirus provocará una recesión global en 2020 con una contracción económica de al menos 3%. Por ello, es fundamental que nos preparemos para la segunda pandemia que se avecina.

COVID-19 no es solo una crisis de salud pública, sino también una crisis de seguridad financiera que afecta a todo el mundo. Sin previo aviso, la vida de millones de personas se ha trastornado por completo y se ha condenado a una especie de muerte financiera para los sectores más vulnerables. Para muchos, la realidad se ha reducido a elegir entre dos males: el virus o el hambre.

No es ningún secreto que el coronavirus ha puesto de relieve algunas de las desigualdades fundamentales en el corazón de nuestro sistema financiero y de gobernanza global. Según las mismas cifras del FMI, la mayoría de las grandes economías sufrirán: Estados Unidos (-5.9%), Japón (-5.2%), Reino Unido (-6.5%), en tanto el desplome será peor en la eurozona, con duras caídas en Italia (-9.1%), España (-8.0%), Francia (-7.2%) y Alemania (-7.0%). Pero América Latina y el Caribe tampoco escaparán, ahí la contracción del PIB será aguda (-5.2%), con golpes para México (-6.6%) y Brasil (-5.3%) y una profundización de la recesión en Argentina (-5.7%).

Es por ello que debemos prepararnos. Es imposible detallar una solución que funcione para todos, pero hay muchas estrategias que podemos emprender como individuos para sobrellevar los tiempos que corren. Olvidemos los grandes indicadores por un momento y enfoquémonos en nuestros bolsillos. Sin importar cuál sea nuestra situación económica, debemos practicar los principios básicos de disciplina financiera, desde hacer un inventario de todos nuestros gastos mensuales y evaluar aquellos que podemos reducir o eliminar por completo, hasta crear estrategias de gestión de la volatilidad en los ingresos.

Un paso fundamental es eliminar la mayor cantidad de deuda posible o establecer algún plan de refinanciamiento con nuestros acreedores. Distintas instituciones financieras han anunciado una serie de medidas para hacer frente a la contingencia por lo que debemos ponernos en contacto con ellas. También llegó el momento de monitorear cómo gastamos nuestro dinero y separar los gastos discrecionales de los gastos fijos. Sin duda, podemos ahorrar algo de dinero en cosas no esenciales, como aquellas suscripciones de servicios de entretenimiento, gimnasio, entre otras.

Muchos especialistas hablan de la importancia de contar con un «fondo de emergencia» que nos permita solventar nuestros gastos durante un periodo de entre tres y seis meses. Pero dada la situación económica de muchas familias mexicanas esto parece simplemente inalcanzable. No obstante, lo recomendable es buscar la manera de ahorrar aunque sea un porcentaje mínimo de nuestros ingresos.

Otro aspecto a considerar es el diversificar nuestras fuentes de ingreso, con un segundo empleo, por ejemplo. Y para aquellos que cuentan con alguna inversión, lo más importante es no caer en pánico ante la volatilidad. Es esencial buscar asesoría o mantenernos informados sobre el comportamiento del mercado o de los fondos de inversión para minimizar las pérdidas o estabilizar nuestras ganancias a largo plazo.

Las enfermedades infecciosas han azotado a la humanidad desde la época de Gilgamesh, y siempre se ha recuperado. La Peste Negra diezmó ciudades enteras en Europa durante la Edad Media y para muchos fue el detonante de lo que sería el Renacimiento. La gripe española de 1918 causó la muerte de hasta 50 millones de personas en todo el mundo y, sin embargo, la vida continuó. Reconstruir un mundo post COVID-19 no será tarea sencilla, pero podría ser el inicio de una nueva era de desarrollo humano y cada uno de nosotros tendrá un papel fundamental.

-Por Lucy Bravo

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