Esta novela narra la historia de Emil Sinclair que, en ruptura con el mundo luminoso y seguro de su infancia, va en busca de su propia vida y, por ende, de su destino en el otro mundo, el oscuro, el que pertenece a los adultos y donde irremediablemente acabará por entrar.
Esta obra es perteneciente a la «Pentalogía de inquietud» ―conformada por "Peter Camenzind" (1904), Bajo la rueda (1907), "Knulp: tres momentos de una vida" (1915) y "Siddhartha" (1922)―, en "Demian" (1919) se cristalizan las preocupaciones espirituales e intelectuales en las que Hesse siempre indagó para develar el significado del hombre y su verdadero lugar en la vida. Es así que por medio de símbolos entrañables, la amistad entre Emil Sinclair y Demian llevarán a su protagonista a una lucha interna donde la psique y el espíritu deberán alcanzar la madurez plena, aquella que lo haga ser una persona virtuosa en cada aspecto de su ser. Texto disruptivo en su momento, y que a cien de años de su publicación sigue vigente, el especialista Mariano S. Luque ha dicho de él que «es la superación de la novela como género».
Nacido el 2 de julio de 1877, la extensa obra de Hermann Hesse abarca desde la poesía en su sentido más tradicional, lírico y vanguardista, hasta la novela psicoanalítica, pasando también por el periodismo filosófico y la biografía espiritual, sin dejar de lado, además, sus aspiraciones como pintor expresionista. Naturalizado como ciudadano suizo en 1924, recibió el premio Nobel en 1946 «por su condición de profundo filósofo y crítico audaz de la época contemporánea». Curiosamente entre sus libros más destacados se encuentran los de su primera época conformados por la «Pentalogía de inquietud» que son: "Peter Camenzind" (1904), Bajo la rueda (1907), "Knulp: tres momentos de una vida" (1915), "Demian" (1919) y "Siddhartha" (1922); así como los de su periodo de madurez ―o mágico― a los que se conoce como «Trilogía iniciática»: El lobo estepario (1927), Narciso y Goldmundo (1930) y el Juego de los abalorios (1943), novela que a juicio de Mariano S. Luque «representa el punto cenital de la inspiración del maestro».