Publicada originalmente por capítulos en una revista londinense en 1889, "El retrato de Dorian Gray", única novela de Oscar Wilde, le acarrearía la gloria casi inmediata como autor, pero también infortunios personales. En esta obra Wilde condensa con gran maestría sus convicciones artísticas, es decir, el esteticismo y el nihilismo, con repercusiones inquietantes que gasta hoy trascienden. Se prefigura el más puro wildeismo, la utilización de la literatura para exponer las virtudes y debilidades humanas, los anhelos cuya motivación es más pasional que racional, con sus debidas consecuencias. Wilde, como dramaturgo, poeta y narrador privilegiado, legó una literatura no exclusiva de historias inolvidables, sino también de profundidad filosófica y de una postura ante la vida, en la cual el arte, en particular la búsqueda de la belleza, representa el acto supremo.
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