‹‹Un escritor debe tener el coraje para mostrar lo que la mayoría de la gente teme decir››.

– Rubem Fonseca

 

Rubem Fonseca, además de guionista, es uno de los escritores más sobresalientes de Brasil en los últimos años. Nació en 1925 y falleció el día de hoy 15 de abril del 2020 a causa de un infarto a los 94 años de edad. Fue abogado litigante y en 1952 fue comisario del 16° Distrito Policial, su trabajo se limito a la oficina y a atender las Relaciones Públicas. Dentro de sus obras se abordan muchas de sus vivencias en ese cargo.

Para él, las definiciones legales eran un reflejo de la tragedia humana y a partir de eso trataba de resolverlas. Uno de sus objetivos era evitar que se siguieran cometiendo injusticias contra personas inocentes, sobre todos afroamericanos, por lo cual buscó un puesto como Juez.

Parte de su estilo narrativo tiene origen en la observación que ejercía en su trabajo. Sumado a esto, y a la reflexión de todas sus experiencias, sus obras llevan consigo un estilo seco, áspero y directo. Además, plantean en su contenido la lujuria sexual y de la violencia humana. Temas que ahora son característicos de su trabajo.

A pesar de que en la actualidad es un referente del cuento y la novela policiaca, fue hasta los 38 años de edad que decidió dedicarse a la literatura. Declara que un escritor debe tener el coraje para mostrar lo que la mayoría de la gente teme decir.

Sus textos sufrieron la censura del régimen brasileño en 1977, se confiscaron 36 copias del autor bajo el argumento “retrata en su casi totalidad personajes cargados de complejos, vicios y taras, con el propósito de ilustrar una cara oscura de la sociedad, basada en la delincuencia, el soborno, el latrocinio”. Sin embargo, Fonseca ganó el litigio ante el Estado.

Sus obras, bajo la máscara de novelas policiacas, son una crítica social contra la enajenación y el desquiciamiento de los individuos por la forma de vida que se lleva en los grandes espacios urbanos, dentro de ellas la violencia aumenta de a poco y dan un giro inesperado en el asunto que se mostraba al inicio.

Ganador del Premio Camões en 2003, el más prestigiado galardón literario para la lengua Portuguesa; del Premio Konex Mercosur a las letras en 2004 y del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2012, escribió el cuento Paseo Nocturno en donde se narra una historia breve acerca de un crimen, realizada con elementos simples e inesperados que la hace memorable.

Es contada por el jefe de una familia, aparentemente, perfecta. Él llega a su hogar después de un día en su trabajo, su carpeta está llena de documentos que hacen sonar a su puesto como para una persona exitosa, su esposa se muestra interesada por su estado anímico, mientras que sus hijos están cada quien en su habitación: su hija práctica la impostación de su voz y su hijo escucha música cuadrafónica.

Está supuesta perfección se derrumba conforme el personaje principal narra lo que está viviendo, y la verdadera indiferencia que hay en su ambiente familiar. Al mismo tiempo que su empleada les sirve a la francesa, ellos toman vino y se demuestra que la relación con sus hijos sólo se basa en pedirle dinero. El giro de la historia llega cuando el propio asesino da un paseo en su auto por la Avenida Brasil.

El personaje resulta atractivo por su perversa forma de ser que pareciera irrepetible en la realidad, sin embargo, lo que termina de atrapar es el reconocimiento de que no es así ya que la historia nos ha demostrado la existencia de personas que, por diferentes razones, son capaces de buscar el exterminio de otros. En donde la sensación de poder y dominio sobre la decisión en cuanto a la vida o muerte de alguien más les pertenece.